La Psicología y los ancianos

Se ponen dos billetes de 50€ frente a un niño. El primero está arrugado, viejo, sucio y con algún corte. Sin embargo, el segundo está nuevo, limpio, brillante y recién impreso. Por naturaleza, el niño elige el segundo. Lo que no sabe es que, escoja el que escoja, el valor es el mismo. Con las personas pasa lo mismo, es una custión de psicología.

Viejas o nuevas, arrugadas o estiradas, las personas tienen el mismo valor, e incluso más con el paso de los años. Esto es un hecho que el cuidador de ancianos siempre debe recordar. Cuando el cuidador le da a la persona la dignidad que merece, la relación entre ellos mejora y la persona mayor se sentirá querida y bien cuidada. 

Ahora bien, ¿cómo se le da dignidad al anciano? Tratándole como le gustaría que le trataran a usted.  No utilice habla infantil y atiéndale con cariño, respeto e interés. Por otro lado, la familia de la persona mayor también juega un papel muy importante a la hora de cuidarla.

Cuando un familiar empieza a hacerse mayor, la familia haría bien en reunirse para tratar, por ejemplo, un plan de emergencia en caso de que le ocurriese algo, o dónde vivirá su familiar cuando sea dependiente. Es muy importante que en esta reunión  esté presente su familiar y se tenga en cuenta su opinión y sus preferencias, para que así se sienta querido, valorado y respetado.

Pero incluso si hay discrepancia de opiniones, se debe evitar por completo menospreciar a su familiar mayor. Hablar de estos temas en familia, planeándolos con tiempo, evitará muchos problemas en el futuro. Independientemente de si usted se dedica profesionalmente al cuidado de ancianos o es un familiar, tratar con respeto y dignidad a los mayores le reportará muchos beneficios a usted y a la persona cuidada.