Calidad de vida

Sonreir. La verdad es que es auténtica medicina preventiva. La sonrisa se produce de una forma espontánea y graciosa desde los primeros día...

Sonreir. La verdad es que es auténtica medicina preventiva.



La sonrisa se produce de una forma espontánea y graciosa desde los primeros días de vida: de satisfacción, de descubrimiento, de cariño…y simplemente porque sí. Sabemos que es el resultado de un reflejo natural de nuestro sistema nervioso, que propone de una forma puramente animal algo que nos es tan preciado. Sonríen también los ojos sobre los labios y se ilumina el rostro entero; así la persona se distiende y tonifica, alegrando su entorno.

Una sonrisa sincera tiene un valor incalculable.



Los niños nos atrapan en las sonrisas que nos dirigen y nuestras preocupaciones se han esfumado cuando, sin darnos cuenta, ya se la hemos devuelto. Actúa como un transmisor de energía que tiene un efecto reconfortante y curativo.

Podemos comparar una persona que no sonríe con un huerto abandonado en el que crecen multitud de malas hierbas, y que en lugar de producir jugosos frutos y hortalizas no se encuentran más que molestas y desagradables expresiones. Esa persona no desarrolla su capacidad de dar y recibir amor. Si cuidamos el huerto con esmero, se mantiene saneado de parásitos y regularmente regado, además de proporcionarnos nutritivos alimentos, dará gusto verlo, pasear cerca y trabajar en él. Entonces, si sonreímos a nuestros seres queridos, incluso a veces a desconocidos como lo haría un niño, ¿POR QUÉ NO SONREIRNOS A NOSOTROS MISMOS?...

Es evidente que cuando se sonríe la mandíbula suelta sus tensiones, la lengua se ensancha ligeramente, el cuello encuentra más soltura y la espalda responde en consecuencia. Normalmente sigue una tranquila inspiración, y los órganos internos funcionarán más contentos. Los taoístas de la antigua china proponían una constante sonrisa interior como medio infalible de cultivar la salud, la longevidad y la felicidad de la persona. Para empezar a ejercitarse basta con cerrar los ojos y dedicarse una sincera sonrisa, permitiendo que aparezca profundamente desde los ojos, queriéndose un poquito…

En nuestra civilización de la imagen la información visual nos satura, haciendo de los ojos depredadores de los diferentes productos que se nos ofrecen, las más de las veces agresivamente. Las trampas están servidas en cualquier esquina: en el transporte público, en los grandes carteles de las carreteras, en las luces apabullantes que invaden hasta el más pequeño rincón de las ciudades, en multitud de mensajes que nos dispersan y atontan, por muy acostumbrados que estemos a ellos. Y.. ¿cuántas veces nos rendimos hipnotizados frente a los anuncios más cargantes de la televisión?. Relajando los ojos, la capacidad para concentrarse queda disponible para realizar nuestras tareas más fácilmente. Entre otras, seguir sonriendo amorosamente a ese punto flaco que todos tenemos, y aliviar las molestias del estómago o de esa rodilla delicada, por ejemplo. Seguramente podemos dedicarnos un poco de tiempo a nosotros mismos, armonizando cuerpo y mente cada día con más eficacia. La sonrisa interior nos aporta amor donde más lo necesitamos: en nuestro propio organismo. Se comunica en seguida sin esfuerzo, y es gratis, ¿no?…



Os invito a tod@s a echar unas risas, carcajadas,....sonrían pues y sean felices!

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