El fin del mundo en Haití

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Millares de haitianos vagan entre el olor a putrefacción por las calles de Puerto Príncipe en busca de medicamentos, comida, agua o un coche que les pueda sacar de la ciudad, donde la tensión aumenta. Mientras la ayuda escasea, muchos se han convertido en improvisados servicios de rescate.

La desesperación ha llevado a los habitantes del país caribeño a levantar barricadas el jueves en las calles de la capital para protestar por la demora en la entrega de ayuda humanitaria tras el devastador terremoto que sacudió a Haití, según un testigo.

'Todos los policías están ocupados rescatando y enterrando a sus propios familiares'Shaul Schwarz, un fotógrafo que trabaja para la revista 'TIME', cuenta que vio al menos dos barricadas formadas con cuerpos de víctimas del terremoto y piedras.

"Están empezando a bloquear los caminos con cuerpos, se está poniendo feo, la gente está cansada de no recibir ayuda", dijo Schwarz a la agencia Reuters.

Cadáveres por doquier
Cuarenta y ocho horas después del seísmo que ha devastado la capital, la ciudad está llena de cuerpos sin vida. Cuando no yacen sobre la acera o sobre el arcén, los cadáveres se encuentran todavía enterrados bajo los escombros de las casas derrumbadas, bajo las que también se encuentran atrapadas muchas personas vivas. Los cadáveres han sido conducidos al Hospital General de la capital. Unos 1.500 cuerpos están apilados junto a él.

Según la Cruz Roja Haitiana, entre 45.000 y 50.000 personas han fallecido y otros tres millones han resultado heridas o se han quedado sin casa. El organismo ha agotado las bolsas para cadáveres y el Comité Internacional de Cruz Roja ha enviado unas 3.000.

'Más medicamentos y menos periodistas', lamenta un hombre al paso de una televisión extranjeraPor ahora, sin embargo, hay pocos signos de servicios de rescate organizados. Para encontrar los cuerpos, los vecinos convertidos en rescatadores improvisados se fían de su olor. La peste de los cadáveres en descomposición les sirve de guía. Como faltan también las herramientas, quitan los escombros con sus manos desnudas.



"Más de cien personas están todavía atrapadas ahí abajo", dice Beauzier Louis, estudiantes de medicina, señalando con el dedo una escuela de enfermeras reducida a cascotes. Desde el miércoles, ha liberado la maraña de piedras, paredes y techumbres.

Por ahora, Beauzier no ha encontrado cadáveres. La esperanza de encontrar supervivientes disminuye a medida que avanzan las horas.

Poco a poco, la cólera empieza a suplantar al pavor de las primeras horas. "Desde que la tierra tembló, nuestros dirigentes no se han dirigido ni una sola vez al pueblo. De acuerdo, ellos también están afectados por la catástrofe, pero al menos podrían decir algo", dice Valentin, funcionario del ministerio de Finanzas.

Haitianos errantes
A pie, con las maletas cargadas con las pocas cosas que han podido salvar, una marea humana deambula en busca de un lugar donde dormir o de un medio de locomoción que les saque de la villa herida. Muchos tienen la oreja pegada a un transistor. Escuchan las radios locales para saber qué regiones del país se han visto menos afectadas por el seísmo.

'El dinero no vale nada por ahora, el agua es la moneda de cambio'La gasolina escasea. Caminar se ha convertido para muchos en el único modo de huir.

"Las réplicas son muy fuertes. Es imposible dormir bajo un techo después de lo que ha pasado", dice Florence, madre de familia que intenta salir de Puerto Príncipe con su marido y sus dos hijas.

El guirigay de calles está en ocasiones interrumpido por incendios. La falta de agua y de comida hace que muchos haitianos no puedan más. Los comerciantes se han atrincherado en sus negocios por miedo al pillaje. "El dinero no vale nada por ahora, el agua es la moneda de cambio", explica un extranjero, miembro de los servicios de rescate.

El ritmo exasperante de los enterramientos
En otras zonas de la ciudad, los cuerpos comenzaron a ser enterrados en fosas comunes, después de pasar 48 horas a la intemperie.

Un camión y algunas camionetas se dedicaron en la tarde del jueves a recoger a algunos de los cadáveres alineados en las calles de la capital, según pudo comprobar la agencia Efe, para luego depositarlos en una fosa común del cementerio de Cafour Academie, el barrio de Petion Ville.

Sin embargo, el ritmo de recogida de los camiones es de una lentitud exasperante, pues en toda una tarde apenas lograron recolectar cien cuerpos, como reconoció Nicolas Challes, que dirigía el equipo que recogía los cuerpos muertos de sus compatriotas.

El camión recorrió las calles de Petion Ville, un barrio "acomodado" dentro de los parámetros haitianos, y fue recogiendo los cuerpos de adultos y niños apenas cubiertos por sábanas blancas. Los cadáveres eran depositados en un trozo de tabla sanguinolenta y luego deslizados hasta el camión.

Al llegar al cementerio, el camión, sin el menor miramiento, levantó la tolva, abrió la puerta trasera y dejó caer al suelo toda su carga de muertos, que se amontonaron como sacos junto a la fosa común. Allí, nadie se ocupó de introducirlos en la tumba ni menos aún de cubrir la fosa.

La ansiada ayuda
"Si la ayuda internacional no llega, la situación puede degenerar muy rápido. Falta agua, comida", dice Lucila, tras su puerta.

"Todos los policías están ocupados rescatando y enterrando a sus propios familiares", dice el dueño de una fábrica de baldosas. "No tienen tiempo de patrullar las calles". Los saqueos han comenzado y en Delmas, una zona de Puerto Príncipe, han entrado en un supermercado, llevándose desde aparatos electrónicos a bolsas de arroz.

Millares de haitianos que han pasado sus últimas noches al raso en parques se quejan de no tener todavía nada de ayuda. El jueves, un paseo por la capital bastaba para darles la razón: la ayuda prometida por tantos países todavía no ha llegado.

"Más medicamentos y menos periodistas", lamenta un hombre al paso de un equipo de televisión extranjera.

"Por ahora, tenemos la orden de recuperar los muertos de las calles. Después, veremos cómo buscar a los que están bajo las ruinas", explica un policía.

Pero muchos, como Tony, no pueden esperar. Con la esperanza de encontrar supervivientes, este joven se tira sobre los escombros de una escuela, pese al riesgo de que una nueva réplica le entierre vivo. "Viene bien hacer lo que sea", dice. "Estar de brazos cruzados es la peor de las soluciones".

Enlace: http://www.elmundo.es/america/2010/01/14/noticias/1263504314.html

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  1. Yo un currante anónimo como normal como cualquiera de vosotros acabo de donar 100 euros para Cruz Roja, se hace en 2 minutos en la web de Cruz Roja.

    Animáos a todos desde aquí a colaborar con lo que sea, se pueden hacer donativos de hasta 1 euros si queréis.

    No miréis hacia otro lado y dar algo, lo que sea, esto es una catástrofe que ha pillado a los mas pobres pero que debe cambiarnos a todos, debe hacerlo...

    ResponderEliminar

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